La sostenibilidad ocupa cada vez un papel más relevante en nuestras vidas, tanto como ciudadanos, como a nivel profesional. Ejemplos cotidianos de esto son las calificaciones energéticas de electrodomésticos, edificios, vehículos, etc. La sostenibilidad forma parte, explícita o implícitamente, de nuestra vida cotidiana.

Recientemente salía publicado en El País un artículo poniendo en duda la sostenibilidad (ecología) de comprar por internet. La noticia completa puede verse aquí. Abundan hoy en día, tanto a nivel de los medios de prensa, como incluso en nuestros ambientes profesionales, valoraciones cuando menos cualitativas o parciales de la sostenibilidad o ecología de un determinado producto, proceso, actividad.

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La cuestión fundamental es, ¿qué criterios aplicamos para realizar esa evaluación de sostenibilidad? ¿Es una evaluación que integra los diferentes aspectos que influyen en la sostenibilidad? No nos engañemos, el requerimiento ambiental es una cuestión importante, pero no la única a tener en cuenta a la hora de hablar de sostenibilidad. La Comisión Mundial para el Medio Ambiente definió, en 1987, el concepto desarrollo sostenible para referirse al desarrollo que asegura la satisfacción de las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras de satisfacer las propias. De este modo, si a la hora de evaluar la sostenibilidad nos quedamos sólo en la parte ambiental o ecológica, quizá estemos viendo sólo una parte del poliedro y los árboles no nos permitan ver el bosque, valga la redundancia.

Venimos observando que en los últimos tiempos que la sostenibilidad, al igual que la transparencia o la participación ciudada, son aspectos fundamentales a la hora de tomar decisiones, a nivel local, regional, nacional. En este sentido, merece la pena pararse y reflexionar, ¿disponemos de herramientas para realizar análisis de valor integrales, que permitan agrupar las diferentes sensibilidades que componen la sostenibilidad, y que posibiliten visiones globales del problema?

La respuesta es un rotundo sí. Smart Engineering, spin-off de la Universitat Pôlitècnica de Catalunya, lleva desde su creación desarrollando herramientas para el análisis de valor y la evaluación de sostenibilidad, que permiten realizar el análisis anteriormente indicado. Estas herramientas se fundamental en el método MIVES, una herramienta desarrollada por profesores e investigadores de la citada universidad. Estas herramientas permiten dar respuestas a diversas cuestiones, tnato de Ingeniería Civil como de cuestiones de Ingeniería Urbana o de Economía e Inversión. Ejemplos de lo anterior los tenemos en diversos desarrollos realizados por Smart Engineering, como la evaluación de la sostenibilidad de diferentes aditivos empleados en la elaboración de hormigón proyectado (BASF Construction Chemicals), el desarrollo de un índice de sostenibilidad de los proyectos de inversión municipal (Ajuntament de Barcelona), la evaluación de la sostenibilidad del sistema de recogida selectiva de residuos.